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Aprender a perdonar




Todos sufrimos, de vez en cuando, injusticias, humillaciones y rechazos. Frente a las heridas que podamos recibir en el trato con los demás, es posible reaccionar de formas diferentes. Podemos pegar a los que nos han pegado, o hablar mal de los que han hablado mal de nosotros. Es una pena gastar las energías en enfados, recelos, rencores, o desesperación; y quizá es más triste aún cuando una persona se endurece para no sufrir más. Sólo en el perdón brota nueva vida, porque el perdón es una nueva oportunidad de vida.
¿Qué es el perdón? ¿Qué hago cuando digo a una persona “te perdono”? Es evidente que reacciono ante un mal que alguien me ha hecho; actúo, además, con libertad; no olvido simplemente la injusticia, sino que rechazo la venganza y los rencores, y me dispongo a ver al agresor como una persona digna de compasión.
El perdón consiste en renunciar a la venganza y querer, a pesar de todo, el bien para el otro. La tradición cristiana nos ofrece testimonios impresionantes de esta actitud. El mismo Jesús murió perdonando a los que lo asesinaban.

 Perdonar es fundamental para una vida saludable

Perdonar es una de las acciones que más nos humaniza, pues aceptamos que somos seres imperfectos y que cometemos errores. Y, al igual que nosotros, todos los demás.
La escritora y coach Pilar Jericó sustenta que “el perdón es una decisión que libera y una actitud para interpretar lo vivido desde un plano más amable”.
Al hacer la acción de “perdonar”, el individuo en cuestión se libera de las emociones negativas, resentimientos y rencores que afectan a su bienestar.
¿Cuántas veces nos hemos sentido ofendidos o resentidos por lo que otros han hecho o dicho sobre nosotros? Las situaciones que se pueden dar son muy diversas: decepciones, engaños, traiciones, reproches, celos… Este dolor, a la larga, puede traducirse en tristeza, por ello, aprender a perdonar, tanto a terceros como a nosotros mismos, y desviar nuestra atención hacia lo verdaderamente importante es lo que nos permitirá encontrar nuestro auténtico bienestar y felicidad.
Un reciente estudio elaborado en Italia así lo demuestra: la capacidad de perdonar está directamente ligada a la felicidad. El estudio ha sido elaborado por el doctor Emiliano Ricciardi, que ha podido comprobar cómo se comporta el cerebro cuando nos imaginamos perdonando a una persona que nos ha ofendido a través de una resonancia magnética funcional. Y el resultado es revelador: cuando perdonamos el cerebro modifica las redes mediante las que procesa la información y activa automáticamente sentimientos de empatía que tienen su efecto en zonas concretas vinculadas directamente con la generación del placer.
Además, desarrollar esta capacidad de perdonar no sólo tiene efectos inmediatos en nuestro bienestar, sino también en nuestra salud. La tensión arterial disminuye, así como los indicadores de ansiedad y depresión. A largo plazo, fortalece la autoestima y estimula el sistema inmunológico, lo que aumenta la capacidad de defendernos contra las infecciones.
Esto, sin embargo, no quiere decir que tengamos que permitir que nos hagan daño ni negarlo, pero lo que sí debemos intentar es desviar el foco de nuestra atención hacia lo verdaderamente importante y que nos aporta felicidad y abandonar el papel de víctima.
Bob Enright, experto en psicología educacional, afirma que el hecho de perdonar a alguien que nos ha hecho daño nos puede aportar emociones tan positivas como la empatía, la compasión y la comprensión hacia la persona que nos ha decepcionado. Emociones que influirán directamente en nuestro nivel de bienestar y felicidad.
Asimismo, en el libro Forgiveness and Health de Loren Toussaint y David R. Williams, se explica que el perdón está directamente relacionado con la salud mental, pues practicarlo reduce notablemente la ansiedad, la depresión y otros trastornos similares.

Algunos ejercicios prácticos

Para desarrollar la fortaleza del perdón, el Via Institute on character propone tres ejercicios:
-El primero de ellos es tomar un papel y bolígrafo y escribir aquellos beneficios personales que pueden aportar un incidente negativo.
-El segundo ejercicio es ponerse en la piel de una persona que te haya decepcionado recientemente para entender su situación.
-Por último, recuerda aquellas veces que has ofendido a alguien y que has sido perdonado.

 Oración para aprender a perdonar

Señor Jesús:
Tú que en la cruz perdonaste a quienes te ofendieron e injuriaron,
a quienes te causaron tanto dolor y la muerte.
Enséñame a perdonar a quienes me han hecho sufrir.
Dame la sabiduría de corazón,
para no guardar rencor a mis hermanos
y saber perdonar sus errores;
recuérdame, Señor que tengo que perdonar,
para que tú me perdones,
ayúdame, Señor, a perdonar de corazón
a todos los que me han ofendido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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